WIMPI PARA UN AMIGO
OPTIMISMO Y PESIMISMO
El tipo se hace, por lo general, pesimista, a fuerza de ir viendo lo que les pasa en la vida a los optimistas.
Hay un optimismo capaz de reproducir pesimismos: y es el de los optimistas que enajenan el presente, que desatienden la hora en que se vive, a fuerza de anticiparse un futuro prodigioso de esa hora.
Aspirar a la plenitud, es un modo de conspirar contra ella. Quien aspira a mucho, en efecto, siempre se siente defraudado por lo que pudo, luego, conseguir.
Cada hora de la vida tiene una riqueza, un significado y un sentido. Cuando el tipo no aprovecha esa riqueza que no advierte ese significado, no entiende ese sentido, ha sufrido una pérdida que ya con nada podrá compensar.
No es optimismo auténtico el de quien espera confiado a que la realidad llegue a tener el tamaño de sus sueños: lo es, en cambio, aquel capaz de vivir su sueño como una realidad.
Esperar a que una ilusión se realice, es una falta de respeto para con la ilusión.
Esperar a que se transforme en una cosa que pueda tocarse o guardarse en el cofre-fort o ponerse en la heladera, es quitarle a la ilusión sus valores más ciertos y su gracia más diáfana y su gloria más pura.
Es confundir a la ilusión con un pagaré.
Dicen los pesimistas que no puede haber felicidad completa, porque están aburridos de ver la decepción de los optimistas que creían que podía haberla.
Pero es que la felicidad no es nunca una cosa hecha: se va haciendo.
No se trata de que el tipo piense, edificado, en que llegará a ser feliz: se trata de que, lúcido, vaya siendo feliz.
A cada momento el tipo va llegando a algo. Lo malo es que no se da cuenta.
Nada de lo que pasa, pasa. Todo se hace nuestro.
Y el tipo, que siempre quiere apoderarse de todo ¡nunca sabe ser dueño de nada!
La felicidad no puede estar al fin de ningún camino: debe ir estando en el camino.
No es, nunca, una cosa hecha: es intención y referencia, es conciencia y fe.
No busca el camino hacia una cosa: se hace entre las cosas un camino...
Todo momento es algo, todo paso en una decisión.
Cada latido es un regalo.
Por no haber entendido eso tuvo que confesar, allá en sus años viejos, la Marquesa de Sevigné: - “¡ Qué feliz era yo en aquellos tiempos en que era infeliz...!”
6 Comments:
Niño Marcelo querido, eso es mi biblia... por eso hincho siempre con que cada latido es un regalo, no es frase mía, es de Wimpi, y por algo lo tengo en mis linxs... le haces bien a mucha gente, difundiendo eso... es de una genialidad absurda... es 15 enciclopedas de filosofía aplicada...
y como siempre digo, es de inteligentes darse cuenta de cuando otro es inteligente. Va otro gran abrazo, hermanito
...Y si con todo ésto usted no es feliz... Paroxetina 20 mg. por día en el desayuno y HOHOHOO, la felicidad en comprimidos, YUPIII
"cada latido es un regalo".Muy bueno marcelo
"Todo se hace nuestro".
Palabras profundas y verdaderas. Las circunstancias, las personas, el dolor, el sufrimiento, las experiencias, todo se hace nuestro.
Y en ese constante vivir la realidad nos habla y nos da la pauta pero desgraciadamente estamos totalmente sordos.
Hermoso texto. Me ha encantado. Un beso; FELICIDADES y que todo salga bien.
muchísimas felicidades por tu trabajo.
Marce, me has transportado en el tiempo con este texto del Bucay de mi adolescencia (claro que infinitamente más talentoso)
¡Gracias!
Jeri
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